Cuba transita desde hace algunos años por un proceso que se ha definido como «informatización de la
sociedad», uno de los tres pilares que respalda la actual gestión gubernamental (Ruiz y Vidal, 2019; Manrique, 2021).
Aunque este proceso aún no ha alcanzado la magnitud que demanda el desarrollo del país, las acciones, iniciativas y
el talento autóctono han propiciado avances incuestionables en el gobierno y comercio electrónicos, orientando al
país hacia la transformación digital (TD) (Cruz y Guerrero, 2019; Hernández, García y Quiza, 2023). Dentro de la
transformación digital (TD), es el proceso de bancarización en Cuba, que se percibe como el de mayor impacto social:
no solo está revolucionando los procesos económicos del país, sino que también está teniendo un impacto
extraordinario en el ciudadano, ya que lo acercan por primera vez a los pagos digitales de productos y servicios a
través de Internet.
Este proceso de transformación digital en Cuba introdujo, como paso inicial y estratégico, la tarjeta magnética
para los depósitos de salarios, pensiones, haberes personales, cuentas de ahorro, etc., alcanzado un alto índice de
penetración bancaria en todo el país. Por ejemplo, solo en el Banco de Crédito y Comercio (Bandec) actualmente
existen 5,5 millones de tarjetas, para un crecimiento de 197 % respecto a 2019 (Alonso, Figueredo, Arce, Fonseca y
Carmenate, 2023a).
El proceso de digitalización bancaria y la creciente bancarización del pueblo han exigido al sector empresarial
(privado y estatal), una readecuación de sus modelos de procesamiento de tarjetas y medios de pago. Basado en la
experiencia de países de la región, como: Brasil, Chile, Colombia y México (Rolfe, 2021), el siguiente paso en este
idóneo contexto de penetración bancaria es generar un plan de acción para disponibilizar, a los ciudadanos, de los
instrumentos necesarios para aumentar la emisión de pagos digitales usando sus tarjetas magnéticas.
Debido a factores como el bloqueo económico y la pandemia COVID-19, etc., el Gobierno cubano no ha podido
expandir en este proceso de digitalización bancaria una suficiente red de cajeros automáticos o de terminales
POS (importados o producidos en el país), que permita al ciudadano realizar los pagos cotidianos con su tarjeta en
moneda nacional. Es válido destacar el esfuerzo y la innovación que se ha tenido a nivel gubernamental, para ofrecer
alternativas ante esta coyuntura actual. Iniciativas como la banca telefónica, la banca remota (Virtual Bandec, Metro
en línea, Banca remota del BPA), y las pasarelas de pago (payments gateways), como Transfermóvil y EnZona, han
aumentado los pagos electrónicos nacionales y disminuido la necesidad del dinero físico. No obstante, estas
iniciativas continúan siendo insuficientes para satisfacer las demandas de la sociedad, pues su índice de penetración
no es homogéneo, siendo casi inexistente en algunas regiones del país. Por ejemplo, más de 50 % de los pagos
digitales del país a través de Transfermóvil se concentran en solo dos provincias (La Habana y Santiago de Cuba),
mientras existen extensos territorios (hasta nueve provincias) que, en conjunto, no superan 18 % de las operaciones
(Alonso, Figueredo y Rodríguez, 2023b). Varias pueden ser las razones que justifican este fenómeno desde un
enfoque teórico. Para comprender esta realidad social, la más evidente es la velocidad ciber-tecnológica (Guerrero,
Vidal, Nassif y Moura, 2021). El proceso de transformación digital en Cuba ha introducido en muy poco tiempo
procesos sociotecnológicos, que en otras sociedades han demorado décadas (Data Insights, 2017; De Luna et al.,
2019), sometiendo al ciudadano a una violencia provocada por la velocidad ciber-tecnológica (Trivinho, 2007). Un
segundo motivo son los altos requerimientos tecnológicos. Actualmente cada ciudadano necesita teléfonos
smartphones, computadoras, Internet y cultura tecnológica, para realizar sus pagos electrónicos en moneda nacional.
En este contexto, una solución admisible y que resolvería el problema en su raíz es intentar explotar el
alto índice de penetración de tarjetas bancarias para proporcionar a los pequeños, medianos y grandes negocios
(mipymes, cuenta propistas, etc.), de Terminales de Punto de Venta (TPV o POS) que operen en moneda nacional y
que conviertan a las tarjetas nacionales en el emisor de pago digital primario. De esta manera, no se le exige al
ciudadano altos conocimientos tecnológicos ni requerimientos costosos para realizar sus pagos electrónicos, pues