la administración pública y de las relaciones que se establecen «entre/y con» ella. (Correa y Castellanos,
2014; Costa et al., 2017; Sarmiento, Delgado e Infante, 2019).
Estos elementos teóricos permiten concebir a los observatorios como Sistema de Gestión de Información, de
Conocimiento y de Inteligencia —colaborativo, participativo e investigativo—, cuyo propósito fundamental es
observar, comprender/interpretar, socializar y predecir el comportamiento de determinados fenómenos de la
sociedad, a partir del monitoreo y análisis sistemático de variables, indicadores y elementos críticos de desarrollo de
estos. Para este fin se llevan a cabo procesos de vigilancia e inteligencia con modelos, metodologías, métodos,
técnicas, instrumentos y herramientas específicas que garantizan la calidad de los procesos de observación,
identificación/búsqueda, recolección/captura/obtención, organización/procesamiento, análisis, generación y
socialización de datos, información y conocimiento para el diseño de escenarios futuros, la toma de decisiones, y la
concepción e implementación políticas y estrategias.
Los observatorios como ecosistemas digitales para la TD
La importancia social de los observatorios como sistemas de información, radica en que permiten comprender
«el panorama de la gobernabilidad» (Correa y Castellanos, 2014). Esto hace que en los escenarios científicos y de la
propia Administración Pública adquieran vital importancia en el acompañamiento de los procesos de decisión.
En los últimos años, la literatura especializada brinda evidencias de diversas tipologías de observatorios:
estatales, privados (Correa y Londoño, 2014), sociales, científicos, políticos, económicos, jurídicos (Restrepo, Amado
y Arqueta, 2014), de violencia de género, inmigración, demográficos, racismo y xenofobia, tecnología, infancia, salud,
entre otros (Instituto Nacional de Administración Pública, 2014).
Entre los principales elementos característicos de los observatorios se identifican: la responsabilidad social
corporativa (RSC), al ejercer «vigilancia a un número significativo de ejes temáticos que impactan directamente en la
ciudadanía» (Sarmiento, Delgado e Infante, 2019); componentes clave de diseño, como la organización, los sistemas,
el método y la socialización (Correa y Londoño, 2014); reconocimiento de elementos y factores esenciales como
«enfoque de sector, apoyo en las nuevas TIC, procesos eficientes de almacenamiento y organización de la
información, equipo de trabajo, método de investigación determinado, instrumentos de recolección de información»
(Norchales y Abreu, 2016); imagen o identidad del observatorio, objetivos, procesos y desarrollo, clientes y usuarios,
normas de vigilancia e inteligencia, recursos, herramientas para la recopilación de información, procedimientos de
análisis de datos e información, salidas informativas, cartera de productos y servicios, entre otros (Sarmiento,
Delgado e Infante, 2019).
Estas características han permitido que en el diseño y la concepción de los observatorios se enfaticen, cada
vez más, capacidades proactivas, y se reduzca el enfoque de observación para comprender fenómenos, aumentando
su aporte a la toma de decisiones y la búsqueda de soluciones y toma de acción. Estas nuevas capacidades y enfoques,
en el contexto digital, pueden dialogar con dinámicas relativas al diseño de sistemas sostenibles, sustentables,
eficaces, con normas y reglas de funcionamiento claras y bien definidas, que garanticen la sistematicidad que estos
requieren.
Es por ello que al hablar de observatorios en el escenario digital actual, se pueden asumir miradas particulares
desde: los preceptos, la ecología y los ecosistemas digitales; y las capacidades tecnológicas, informacionales y
comunicacionales, para cumplir con su razón de ser (Whelan, 2010; Islas y Carranza, 2017).
Estos elementos contribuyen a reconocer la complejidad de un ambiente digital o virtual, donde la web y sus
diversas plataformas, redes, aplicaciones, servicios, individuos, roles y responsabilidades inciden en las dinámicas